Varios noticias desde USA hacen pensar que la lucha contra el cambio climático puede haber entrado en una fase nueva. Empezó a mitad de mayo con la constatación por parte de
varios entes científicos que el deshielo
de Antárctica es tal que una subida del nivel de mar de unos tres metros es
irreversible.
Después hubo la decisión de presidente Obama de pasar del
congreso y utilizar sus poderes ejecutivos para
implementar un tipo de 'carbon tax' (pasado por agua) para centrales
energéticos, bajo el amparo de una ley ya existente, el 'Clean Air Act'. Y ayer el anterior tesorero del estado, el republicano Henry
Paulson, hizo público su iniciativa para impulsar un autentico tasa sobre
emisiones CO2, comparando el desastre que nos espera y la actitud que
adoptamos frente el cambio climático con la crisis financiera de 2008.
Todo esto confirma no tanto que el calentamiento global es
un hecho, porque esto ya sabíamos desde hace tiempo. Lo
que es nuevo es que los poderes del mundo ya no pueden, por tanto que
quieran, negar este proceso y que la conciencia ya empieza a ser general. Obviamente ha sido por los argumentos económicos
que este estrato poderoso de la sociedad occidental se ha puesto en movimiento. Y también es lógico,
y creo incluso adecuado, que se propone recurrir a sistemas y mecanismos de políticas
capitalistas para reducir las emisiones de CO2. Atacar las 'externalidades'
pasa por hacer pagar quien causa contaminación y confiar que 'el mercado', las
empresas, los investigadores, las universidades, la sociedad, se ponga en
marcha hacía el camino indicado a partir de aquí.
Estamos en el 'juego final', parece, y para que tengamos
esperanza, uno puede leer este
artículo de Bil McKibben, donde en los últimos párrafos nos cuenta cómo es posible llevar
a cabo cambios trascendentales.